lunes, diciembre 28

Palabras de Amor y Muerte (Textos Contradictorios)



Espera


Y aquí estoy. Estático, inmóvil, paralitico. Y no me pienso mover, por miedo. Porque atrás mío esta la pared y adelante la espada. A decir verdad, no hay pared sino más bien un abismo. Profundo, inmenso, infinito, sin posibilidad de rescate, sin chance de milagros ni salvatajes épicos. Ni si quiera quiero gritar, ni hablar, ni susurrar, porque las palabras se ordenan de manera incierta y pueden ser mas filosas que la espada, mas quemantes que el fuego, pueden tener más sombras que la oscuridad. Porque con las palabras no existen más caminos ni medias tintas, o dan vida o matan. Y mi lengua se perfila como asesina, como traidora de mi y de mis intereses. Entonces mejor callar. Cierro los ojos para imaginar un lugar mejor, un espacio-tiempo que este influenciado por los finales de teleseries y de películas mamonas del cine. Pero mi imaginación esta turbia, y solo me vislumbro cayendo sin fin hacia el fin en mi fin o con el filo de la espada atravesando mi tráquea y mi alma, y mi tiempo, y me intención velada de vencer la finitud ¿Qué hacer entonces? Cuando no se puede arrancar, ni avanzar, ni retroceder, ni gritar, ni hablar, ni reclamar, ni protestar, ni si quiera imaginar algo distinto. Bueno, solo queda esperar. Con los dientes apretados, con el cuerpo inmóvil, con la imaginación en blanco, con la boca cerrada. Anular la ilusión y el terror. Solo esperar. Aliarse con el tiempo, afiliarse con la espera, concertarse con el futuro. Pero al final, todos sabemos que el tiempo no es aliado de nadie, porque el tiempo solo juega para el. Y solo queda esperar.


Locura


Dicen que en pleno desierto florido, nace una flor única en el universo, única en el tiempo, única en el ser (y el no ser también). Solo algunos tienen el privilegio (o el infortunio) de encontrarla. Dicen que baila con el viento, que acaricia la tierra y que la muy turra coquetea con el sol como si nada. Dicen que el color de su tallo tiene todo el arco cromático y más aun, inventa colores. Dicen que sus hojas son suaves como nubes, que sus flores son brillantes como diamantes de magma, que sus raíces se extienden más allá de la tierra y que incluso abarcan el alma de unos cuantos. Dicen que una vez que el ojo humano la vislumbra, no existe escapatoria. Muchos han intentado cortarla, para plantar un jardín entero y morir allí. Otros solo aspiran a tocarla, a sentir su suavidad extrema para alcanzar el paraíso, el cielo, el nirvana, el significado del ser, el orgasmo o lo que sea. Pero justo en ese momento, antes del contacto, la caprichosa desaparece, nadie sabe cómo. Quizás vuela por la tierra, navega por el cielo, o excava en el mar. Y entonces viene la locura de quien intento poseerla. Y yo estoy acá, en pleno desierto florido, frente a ella, que me baila, que me susurra, que me invita, que me conquista. Y yo estoy acá, con ganas desenfrenadas de abalanzarme sobre ella y acariciarla pero con miedo a que se esfume. Y yo estoy acá, y no dejo de pensar en ella. Y me quedo inmóvil, esperando el fin de este tira y afloja, el fin de este juego de la locura. Y no dejo de pensar en ella.


Propuesta


Me dices que es mucho. Mucho el sufrimiento, mucho el dolor, mucho el tiempo, muchos los silencios, muchas las indecisiones, muchas las mentiras, muchas las falsas promesas. Suficiente de nosotros. Y yo te digo que está bien, y te propongo algo. Que nos borremos con fuego, lenta y mutuamente. Que rompamos con rabia nuestras fotos, que desterremos nuestras canciones, que clausuremos nuestros lugares, que prohibamos nuestras palabras, que paralicemos nuestros gestos. Exilia mis besos de tu boca, expulsa mi cuerpo de tu cuerpo, repele mis caricias de tu cara. Y entonces, ya no seremos más nosotros, y yo seré yo y tu serás tu.


Entonces iremos de frente en la calle, y nos miraremos sin conocernos, como extraños caminantes que caminan solo por caminar. Y pasaras a mi lado, y me miraras con ojos de extraña, y tu boca estará rígida, y tus pechos firmes, y tus piernas exactas. Y pasaras a mi lado y entonces la nada se apoderara de esta historia, el olvido proclamara su triunfo invicto. Pero querida, si mientras me miras, ves un brillo en mis ojos, y tus ojos se tornan familiares, y tu boca se suaviza, y tu pechos comienzan a jugar, y tus piernas me invitan, y de pronto quieres el retorno de mis besos, la vuelta de mi cuerpo, la venida de mis caricias, y pegamos nuestras fotos, cantamos nuestras canciones, abrimos nuestros lugares, decimos nuestras palabras, movilizamos nuestros gesto. Entonces querida, arruga todo esto y vámonos a un hotel cerca del Santa Lucia o a una plaza en Praga, o a un bar en Paris o a donde sea en la ciudad del sol.



Caída


Cuando estas así, completamente solo

Cuando estas así, ajeno y marginado

Recoge las lagrimas desperdigas en la alfombra

Recupera los gritos sofocados en la almohada

Y despacio, con toda cautela, intenta una esperanza.


Allí estarás, aislado entre ráfagas de oscuridad

Confuso en un mar de odio.

Moribundo ante el ataque de palabras canallas

Agonizante por causa de sentimientos arteros

Entonces, con toda suavidad, eleva tu frente.


En el instante en que el miedo torture a la serenidad

En que te maten el amor, lenta y despedidamente

Cuando solo seas cenizas, escombros, y destrucción.

Entonces, con toda calma, esboza una sonrisa.


Y claro amigo mío, nada de esto cambiara la situación

Pero al menos, cuando caigas hacia el abismo de la muerte

Cuando el vértigo te invada y solo quieras paz

Mientras el rencor se alza victorioso

Entonces, con la cabeza en alto, abrirás los ojos llenos de esperanza

Y caerás hasta el fin

Caerás hasta el fin

Pero sonriendo.



Escrito desde el torbellino itinerante, con un caleidoscopio en cada ojo y un cigarro prendido al revés. Inspirado en unas pinturas rupestres, vistas en www.sientoquemeasfixio.blogspot.com.



domingo, diciembre 13

Culpable


Me siento confuso, aturdido, extraño. Siento que no puedo pensar con claridad las cosas y eso me molesta. El aire entra turbio a mis pulmones y me dan nauseas. Todo está borroso. Estoy sentado, apoyado contra la pared, en la esquina de mi pieza. No siento mi cuerpo, estoy inmóvil, con la mirada perdida. La luz tenue del velador apenas me permite ver. Siento sangre en mi boca y ese sabor me recuerda a mi infancia, quizás por mi vieja costumbre de chuparme las heridas. La ventana deja entrever una noche oscura, sin luna, sin estrellas, sin nada. Y aquí estoy. Frente a mí, puedo ver a mi esposa. Esta con ese vestido de flores que le compré en Ipanema, en aquellas inolvidables vacaciones de sol y amor. Es la mujer de mi vida. Pero ahora esta pálida, tendida, con la mirada perdida. Esta muerta. Quiero gritar pero todo sonido parece estéril, mi voz muere en mi garganta y no se proyecta. El teléfono está en la cocina, y no me puedo mover. Debería llamar a la policía, pero en todo caso no puedo y tampoco quiero. Nunca me han gustado los policías, menos los tiras. Sus miradas frías me traen desconfianza y miedo. Estoy sudando helado, por montones. No puedo llorar, no puedo sentir. Solo tengo esta tranquilidad absurda. Y allí esta ella, el amor de mi vida, muerta para siempre. No entiendo como alguien puede hacer algo así, sobre todo a ella, una criatura tan buena, tan hermosa, tan noble. Y lo peor es que no fue una vez, tiene marcadas las puñaladas en la cara, en el pecho y en el estomago. Quisiera sentir rabia, una rabia furiosa, que me diera fuerzas para salir de aquí, para buscar al culpable, para matar a ese hijo de puta. Pero no puedo.


Comienza a amanecer, y sigo aquí. Estoy atrasado y debería estar camino al trabajo. No puedo creer que piense en algo así con todo esto, con mi amada muerta. Me pregunto ahora si existirá Dios, o Ala, o Buda, o lo que sea. Me pregunto si la volveré a ver. Si es así, le pediré perdón por no acompañarla a comprar el regalo a su madre. Y por no ayudar nunca en el aseo de la casa. Y por tantas cosas. A veces no entiendo como alguien como ella me pudo querer. La luz del tibia sol comienza a entrar al departamento. Las manchas de sangre esparcidas por todo el lugar se dejan ver. Comienzo a recobrar mis fuerzas, a pensar con más claridad. Puedo mover los dedos de los pies, siento mi lengua y mis ojos ven con mayor claridad. Tengo que levantarme pero y ahora que. Para que seguir, para que vivir sin ella, sin sus besos, sin sus caricias, sin su comprensión, sin nuestra vida. Solo algo me puede mover a vivir ahora y es la venganza. Encontrar al culpable, al que hizo todo esto y darle un fin, una muerte dolorosa, angustiante. Eso es, eso voy a hacer.


Fue entonces cuando el hombre desvió levemente sus ojos hacia su cuerpo, para darse cuenta de que en su mano derecha sostenía un cuchillo, cubierto de sangre, la sangre de ella, la mujer que amaba.